En un invierno raro como este y como casi todos últimamente, va apeteciendo pinchar algo con los piolets. Es 21 de enero de 2017, hace buen tiempo y nos dirigimos a Tarna.
Acostumbrados como nos tienen estos últimos años, ya ni nos sorprende llegar allí y no encontrar nada en condiciones, algunas cascadas “casi” están, pero ninguna ofrece unos mínimos: hielo fino, despegado de la pared… lo de siempre.
Por intentar garantizar algo subimos por la canal de Requexada a buscar Espejismo Helado, que suele ser bastante fiel, pero nada, en esta ocasión tampoco tiene buena cara. Sin embargo unos 20 metros a su derecha aparece una línea que no habíamos visto antes y que parece factible, entendiendo por factible hielo escaso, aseguramientos inciertos, roca de la que no sirve para nada y todas esas condiciones casi-constantes en Tarna.
Al final y creo que motivados sobre todo por la belleza del escenario, con la roca impactada de nieve, nos metemos y salió una vía muy bonita e interesante de dos largos de 60 metros cada uno. El primer largo comienza en diagonal ascendente hacia la derecha hasta meterse en un amplio diedro-canal y subir recto hasta que se acaba la cuerda. Se asegura con algún “psico-tornillo” y la reunión se pudo montar sobre buenos tornillos. El segundo largo pierde algo de verticalidad, el hielo y la nieve dura, junto con algún tapín de hierba dan más tranquilidad y la belleza no disminuye. A partir de aquí quedan las rampas hasta llegar a la meseta del Remelende.
Tarna sigue dando alguna sorpresa y alguna alegría.
 Croquis de la Vía y Kike en el primer largo
 Saliendo del primer largo y hacia lo alto en el segundo.
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